1AUKERA.FAMILIA_op-1 Terapia de familia

Terapia familiar

¿Cuándo acudir a Terapia de Familia?

Las familias demuestran una capacidad creativa excepcional a la hora de enfrentar muchos y variados atolladeros  que se les presentan a lo largo de sus vidas, utilizando recursos que ya tenían o creando nuevos para superar situaciones realmente complejas. En ocasiones, sin embargo, esa capacidad creativa se bloquea y no pueden seguir adelante, o continuar supone un sufrimiento demasiado grande para los miembros de la familia. Ese puede ser por tanto un momento adecuado para acudir a una terapia de familia.

Puede suceder que los síntomas o las conductas problemáticas aparezcan únicamente en un miembro de la familia, pudiendo así mismo emerger sintomatología severa en esa persona. Así, la atención de todos los miembros y la raíz del problema se acaba situando en este miembro, aunque el sufrimiento esté repartido entre todos. A menudo, esos síntomas más que del individuo, pertenecen al sistema familiar, y nos expresan que se puede estar dando un problema o conflicto común, estando así la llave de la solución también repartida entre los diferentes miembros de la familia.

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La construcción de la identidad en la familia

La construcción de nuestra identidad comienza en el contexto familiar, unidad de vida de la que somos miembros nada más nacer. Podemos crecer en consonancia con eso que nos transmiten o en discrepancia, pero jamás nos pasará desapercibido. En cualquier caso, ese es el comienzo, ya que la construcción de nuestra identidad se irá definiendo a lo largo de nuestros diferentes ciclos de vida:

  • En nuestra infancia, se da la primera transmisión identitaria de esa familia de la que somos parte. No únicamente de mano de nuestros padres, sino también de mano de los antecesores que conforman nuestro árbol genealógico.
  • En la adolescencia, emprendemos la labor de construir nuestra identidad individual; se da el proceso de individuación, relacionándonos con nuestros iguales y diferenciándonos de la familia. Esto requiere de un proceso de readaptación en la familia.
  • Cuando esta individualidad está asentada, suele aparecer el deseo de compartirla, construyendo relaciones de intimidad y afectivas con otras personas. En una relación, cuando basada en algo valioso es posible construir un espacio común de solidaridad, se crea una nueva pertenencia identitaria: la pareja.
  • El proceso, comienza de nuevo cuando tenemos hijos-as. Dándose así durante generaciones el ciclo de la transmisión.

¿Cómo aborda todo esto la Terapia Sistémica Constructivista?

Este modelo nos permite tener una mirada integral sobre el sistema familiar y sobre el proceso de construcción de la identidad. Su objetivo es determinar cuáles son las dinámicas que son conflictivas, disfuncionales o desestructuradas, para clarificarlas y abordarlas. Por eso precisamente en Terapia Sistémica los clientes no son las personas individuales, sino el conjunto, el sistema: la familia o la pareja. Este enfoque es especialmente oportuno cuando los conflictos mantienen a la persona  atrapada en su familia de origen, y dificultan funcionar favorablemente con su pareja, en su vida o con su familia.

Al poner más conciencia en la dinámica familiar, la Terapia Sistémica ayuda a encontrar las alteraciones que se están dando en la estructura o la comunicación familiar, a aclarar sus orígenes y su funciones, y a comprender cómo están afectando a los diferentes miembros de la familia. Así, facilita poder restablecer relaciones enquistadas y nuevas formas de funcionamiento, nuevas formas beneficiosas para todos sus miembros.

También en este enfoque familiar, como en cualquier terapia humanista, el terapeuta no dirige a la familia, la acompaña en su proceso de indagación y observación, ofreciendo la posibilidad de reencontrarse con los valores dañados a causa de la dinámica familiar.